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Una historia de éxito con Rolfing

Entrevista a Begoña Fontana, Rolfer®, publicada en la European Rolfing® Association e.V.

Autora: Charlotte Fraser

Fotografías de Marc Gatsby

 

«Al final de las diez sesiones de Rolfing®, Eric estaba casi irreconocible. En su último correo electrónico, me dijo: “¡Me has quitado cincuenta años de encima y ahora me siento como un adolescente!”», cuenta Begoña Fontana Urriza. 

 

Estoy hablando con Begoña Fontana Urriza, Certified Rolfer™ (terapeuta del método Rolfing®) en España, y con su cliente, Eric Weber (66 años), que reside en Ginebra. Begoña es propietaria del centro de salud cuerpo-mente L’atelier, situado en Sant Cugat del Vallès, a las afueras de Barcelona, junto con su marido, Hervé Baunard, Certified Advanced Rolfer™, Rolfing Movement Practitioner® e instructor de Pilates. Begoña es también la presidenta de la junta directiva española de la Asociación Europea de Rolfing®.

 

«Cuando conocí a Eric por primera vez para su terapia de Rolfing®, vi a un hombre alto y delgado… una persona frágil, dulce y agradable, que caminaba despacio. Parecía ser una persona muy sociable. Pude percibir que el dolor era su compañero inseparable. ¡Tenía tanta tensión en su cuerpo! Era como si estuviera suspendido por sus hombros, como una marioneta… Eric se movía, pero sus pies apenas tocaban el suelo. Parecía como si estuviera luchando contra la gravedad», explica Begoña.

 

—¿Cómo era tu vida? —le pregunto a Eric.

—Siendo adolescente, me diagnosticaron «enfermedad de Scheuermann» [un trastorno del crecimiento de la columna vertebral]. A principios de los años sesenta, no había mucho que se pudiera hacer al respecto, y mi médico me propuso romperme la columna, escayolarme y permanecer totalmente tumbado durante unos seis meses. Mi reacción fue «¡Oh, vaya!» porque seis meses era muchísimo tiempo, sobre todo cuando tienes dieciséis años. Como te puedes imaginar, mi respuesta fue «¡De eso, nada!», así que tuve que vivir con mis problemas de espalda. Hace unos diez años, de repente, empezó a dolerme el hombro, pero ni mi espalda ni mi hombro sabían que iba a descubrir el Método Rolfing® y que sería capaz de luchar contra el dolor. Antes tomaba analgésicos, pero después de mis sesiones de Rolfing®, ahora casi no los necesito. Cumplo 67 en enero y me siento como un adolescente, tanto de cuerpo como de espíritu.

 

—¿Realmente  Rolfing® te ha ayudado?

—Sentí una sensación de bienestar de inmediato en comparación con otros tratamientos quiroprácticos a los que me había sometido anteriormente. Rolfing® me dio la alegría de redescubrir mi cuerpo, mis pies, y el placer de dar largos paseos sin experimentar ningún tipo de dolor. Ahora puedo controlar y manejar el dolor, si es que llego a sentirlo. Mi mujer y yo caminamos ahora una media de diez kilómetros al día y es maravilloso, porque regeneras tanto tu cuerpo como tu espíritu. Tengo que decir que Begoña es extraordinaria como Rolfer y de nuevo se lo agradezco. 

 

—¿Qué es lo que te llevó a probar el Método Rolfing®?

Begoña Fontana Rolfer® Sant Cugat Barcelona
Begoña Fontana Urriza, Certified Rolfer®, fotografía de Marc Gatsby

—Estaba haciendo una cura de Ayurveda en Sri Lanka y le mencioné mis problemas de espalda a una señora alemana. Ella me preguntó si había oído hablar del Rolfing® y me explicó en qué consistía. En el pasado, había probado la fisioterapia y la quiropráctica, pero apenas sin resultados. Pensé que el Método Rolfing® para tratar el dolor era muy interesante, así que cuando volví a Ginebra busqué un Rolfer® por Internet. Eso me llevó a France Hatt-Arnold, que me remitió a Begoña y me inscribí para un ciclo completo de diez sesiones.

 

—¿Hubo alguna sesión de Rolfing® que te resultara especialmente impactante?

—Las diez sesiones fueron muy intensas en distintos sentidos y muy difíciles de explicar. Me sentía cada vez más en contacto con mi cuerpo, sobre todo con mis pies y mi equilibrio.

 

Begoña añade:

—¡Sin duda, la segunda sesión! Eric hizo un gran descubrimiento: ¡me dijo que había descubierto que tenía pies! Ya podía articularlos, andar de otra manera y creo que esa fue la sesión más importante para él. Era como un bebé cuando empieza a ponerse en pie y echa a andar por primera vez. Se abandonó a la gravedad, desafiándola y balanceando todo su cuerpo en el espacio.

 

Eric fue descubriendo cosas nuevas en cada sesión, pero tomar consciencia de tener el suelo bajo sus pies, sentir la temperatura, la textura de la superficie del suelo que pisa, fue toda una sorpresa para él. Después de eso, me dijo que ya no le gustaba llevar calcetines ni zapatillas en su casa, y que le encantaba ir descalzo por el simple placer de caminar. Antes, Eric apenas si podía  andar por el dolor que padecía. 

 

—¿Te ha sorprendido Rolfing®? —le pregunto a Eric.

—La mayor sorpresa de Rolfing® es su enfoque. Por una vez, se considera al paciente como un ser humano, no como un número. Los problemas de espalda y hombro, que he padecido desde hace cincuenta años, han sido tratados con tal delicadeza!

 

Begoña añade:

—Sí, lo que realmente me gusta del Rolfing® es que guiamos, cuidamos, apoyamos y tratamos a la persona de forma holística para facilitar su auto curación. Es un acompañamiento de la persona. En Rolfing, el cliente no es pasivo. Es como una especie de baile que bailamos juntos.

 

Algunas personas acuden a Rolfing® cuando se sienten como si estuvieran en una habitación a oscuras de la que no pueden o no saben cómo salir...

Les enseñamos las distintas puertas que hay, pero al final siempre acaban eligiendo su propio camino. Nunca ponemos a la persona en una situación en la que no quiera estar. Siempre es su elección y el Rolfer® sólo está ahí para darle algunas pistas, otras perspectivas. Eso va acompañado de cierta manipulación física, trabajando en tres dimensiones, y luego está  también el aspecto educativo y, por supuesto, el movimiento.

 

Rolfing® no es solo físico. A menudo me encuentro con clientes que se sorprenden al descubrir un vínculo con sus emociones. A veces, pueden recordar incluso cosas de su infancia cuando liberan emociones. El cuerpo está relacionado con  la historia de cada uno y todas las emociones que uno tiene, todo su estrés, están ahí mismo, dentro del cuerpo. Así que, cuando tocamos una parte del cuerpo, de hecho estamos efectivamente abriendo una puerta, dando una dirección.

 

—¿Rolfing®  te planteó algún desafío? —le pregunto a Eric.

—Como me sentía cada vez mejor, el desafío era perseverar día tras día con un poco de práctica y creer que sus beneficios me acompañarían para siempre. Rolfing es como una meditación para mi cuerpo.

 

Begoña añade:

—Cada persona es diferente y los resultados, también. Al principio, Eric sufría tanto dolor que tenía que ir con mucho cuidado. Cuando empezamos, no podía tumbarse en la camilla por el dolor que padecía, así que tuve que trabajar con él de otra forma, usando cojines para que estuviera cómodo. Sin embargo, poco a poco, paso a paso, empezaron a suceder cosas y llegamos a lograr movimiento. Confiamos el uno en el otro desde el principio y esto es igual de importante, ya que Rolfing es una relación terapéutica basada en el cuidado y en el respeto.

 

—Fuiste diseñadora de joyas durante muchos años. ¿Qué te hizo formarte como Rolfer™? —le pregunto a Begoña

—Sí, fui diseñadora de joyas hasta hace diez años. Sin embargo, antes del Rolfing, estudié naturopatía y acupuntura, más por mi propio interés que por otra cosa, ya que no estaba pensando en dedicarme profesionalmente a ninguna de ellas. No obstante, con Rolfing® fue distinto. Una vez que lo experimenté, supe que quería ser Rolfer™ y fui a formarme a Ginebra. También he estado muy implicada en nuestro centro de salud desde que lo abrimos, hace ya ocho años. ¡Fue algo muy importante para nosotros!

 

¿Qué fue lo que te atrajo de rolfing®?

—Después de estudiar naturopatía y acupuntura, me di cuenta de que necesitaba seguir trabajando en tres dimensiones. Cuando trabajas con un cuerpo en 3D, trabajas con la persona al completo, no simplemente una parte de él. Es importante entender esto cuando se trabaja con la fascia: todo está interconectado. Yo, que vengo de una formación artística, estaba acostumbrada a trabajar en tres dimensiones, en escultura… Veo en Rolfing® un método similar a esculpir o modelar a una persona. Pero la gran diferencia es que tienes a alguien que siente, que se está integrando en una nueva forma de ser. Todo pasa por una interacción… un intercambio. 

 

Eric empezó a abrirse a lo largo de las diez sesiones. Comenzó a tomar consciencia de su cuerpo, de su movimiento, del suelo, de todo. Empezó a pintar y a tocar la guitarra. Era como un niño que estaba descubriendo cosas nuevas que le satisfacían. ¡Y empezó a caminar todos los días! Su médico no puede creerse sus progresos. Es estupendo que Eric le haya explicado cómo el Método Rolfing® ha cambiado su vida y lo beneficioso que puede llegar a ser para todo el mundo.

 

La Escuela Española de Rolfing® ofrecerá el curso de formación en Rolfing en Madrid en 2019. 

Para más información sobre Begoña Fontana Urriza, puedes contactar con L´atelier

Para saber más sobre el método Rolfing®, contactar con un Certified Rolfer™o formarte como Rolfer™, visita: www.rolf.org.es 

La versión original de este artículo fue publicada en inglés en la página web de la European Rolfing® Association e.V.

Más información en los siguientes enlaces:

 





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Comentarios: 1
  • #1

    N Caragol (martes, 06 febrero 2018 15:59)

    Interesante ver como, con la guia y ayuda de un especialista en Rolfing como Begoña o Hervé, se puede descubrir el camino de la autosanación. Es una técnica muy respetuosa con la realidad de cada uno que despierta y fomenta el reconocimiento de uno mismo a todos los niveles.